Vitoria 91-93
A finales de agosto, una vez terminada la obra en la villa de Mundaiz y acabadas mis obligaciones administrativas, me encontré por primera vez formando parte de una comunidad educativa y atendiendo, impartiendo clase, a unos alumnos que no eran seminaristas. Ya había tenido una primera experiencia con ese tipo de alumnos en Zaragoza, pero entonces seguía formando parte de una comunidad, en Casablanca, que podíamos llamarla de seminaristas mayores, de profesos temporales; se me sigue haciendo raro llamarla “escolasticado”. […]