SALTERIO
El libro de las horas va pasando hoja a hoja
y yo pongo mi soledad entre las páginas
para que se haga coro como en oral liturgia.
Voy buscando ya muy de mañana
un oráculo, un versículo, una esperanza
que dé sentido a mi sentir diario.
(Cánticos, salmos, himnos, van dejando
misterios muertos y palabras vivas.)
A la noche las vísperas recuerdan
los despojos de la lucha en las aulas,
los botines de las relaciones personales.
(A veces la rutina distorsiona el proceso
y me hace preguntarme qué hago en ese banco
sentado en frente de un altar desnudo,
¿para qué tantas palabras, tantos cantos,
si la verdad y lo real parecen ilusorios?)
Pero sé que mi fuente está ahí,
que mi sed de vivir La Palabra es saciada
para poder amar y alzar el vuelo.
¡Cuántas veces abro y cierro el libro de mi vida!
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