Religiosos
El Padre Coindre organizó un patronato en 1817 para recoger a niños y jóvenes abandonados a su suerte, para ofrecerles una primera instrucción religiosa y profana y enseñarles un oficio. Encontró unos maestros adecuados para dirigir esta obra.
Pero nos dice el Hermano Javier, nuestro primer Hermano, “su obra era todavía imperfecta”. Y da una explicación: el buen Padre no podía estar presente en cada lugar, absorbido, como estaba, por sus obligaciones de misionero diocesano; y la experiencia le había enseñado que no podía contar con la fidelidad constante de todos sus colaboradores.
Es entonces cuando decidió, en 1821, fundar un instituto religioso al que poder ceder, con toda confianza, la dirección de su obra.