OBEDIENTES
La voluntad de Dios, a la que los Hermanos deben someterse totalmente, se manifiesta mediante las órdenes de los superiores. Viendo a Dios en la autoridad del que manda, llegarán a completar su obediencia con todas las cualidades que la transforman en una verdadera virtud:
“Estarán dispuestos a cumplir con alegría y pronLtud los más insignificantes detalles de la Regla y los menores deseos del superior, porque tal es la voluntad de Dios”. (Reglas I, 4).
De todas formas, la obediencia perfecta supone una negación de la propia naturaleza y exige una renuncia perpetua; así lo reconocía nuestro fundador: