Los hermanos Thévenet
Luis Antonio y Francisco Thévenet supieron el 4 de enero de 1794 que el día siguiente iba a ser el último de sus vidas.
Llevaban dos meses presos en la cárcel de San José y hacía tiempo que habían sido condenados a muerte por la llamada Comisión Revolucionaria de Lyon. Pero ese fatídico 4 de enero entró en la celda el oficial revolucionario que, sin ningún preámbulo, les comunicó el tiempo, el lugar y el modo: mañana, en las llanuras de Brotteaux y seréis fusilados. Hasta ese momento, los dos jóvenes habían albergado alguna esperanza de que las gestiones y súplicas de su hermana Caludine, a la que en casa llamaban Glady, ablandara el corazón de los prebostes que manejaban el poder de las fuerzas revolucionarias de la ciudad. […]