La vida interior de Andrés Coindre
Nos sentimos maravillados por la actividad del Padre Coindre, desbordante de iniciativas al servicio de la Iglesia; nos impresiona particularmente la fundación de nuestro Instituto.
Siguiendo el trabajo de otros Hermanos, he querido descubrir la fuente de la que brotaba este impulso, el fuego que lo animaba, su vida interior.
Para ello he recorrido mi propio camino, diferente al de otros, sin ánimo decir la última palabra sobre el tema. Puede ser que en el futuro otros Hermanos emprendan la misma tarea buscando su santificación personal y la de la comunidad.
Andrés Coindre no dejó, por lo que sabemos, ninguna anotación sobre su vida espiritual, a excepción de su divisa en el Seminario Mayor:
“No ahorres ningún esfuerzo para llegar a ser sal de la tierra y luz del mundo”,
frase de la que tampoco conocemos su formulación exacta. Por otra parte, digámoslo desde el principio, no encontraremos en su vida experiencias de fenómenos místicos o de revelaciones particulares. Nuestro fundador compartió la vida espiritual de la mayoría de los creyentes: un recorrido por la oscuridad de la fe.
Así que para tratar de descubrir algo, es preciso recurrir a sus escritos (Cartas, Notas de predicación y los documentos que conservamos de la Piadosa Unión).
En relación a las notas de predicación, hay que hacer algunas precisiones: por una parte, no es seguro que todas hayan sido utilizadas por el Fundador; por otra, es más que probable que un buen número de ellas sean préstamos de autores anteriores. Podemos decir pues, que encontramos un fuerte contraste entre algunas notas que nos parecen “pasadas de moda” y el resto de sus escritos.
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