La Granja
No cabían todos en el palacete; todas las salas grandes se habían convertido en dormitorios y comedores; había que edificar un prefabricado para albergar las clases, la capilla y una sala multiuso. La obra programada llevaba un par de meses de retraso; y cuando en septiembre se juntaron los seminaristas de la Granja, Zaragoza y Rentería hubo que bajar las mesas de clase a las salas de la bodega y allí impartir las clases hasta mediados de octubre. En la finca había espacio suficiente para montar un edificio prefabricado en el que entraban cuatro espaciosas clases, una terraza exterior de entrada, Capilla, Dirección, sala de Comunidad, sala multiusos… (Estas aulas prefabricadas se trasladaron a Arévalo cuando terminó nuestra estancia en La Granja; no sé si todavía siguen allí o sufrieron otro traslado). Quedó un edificio muy bonito, práctico, alegre, soleado y frío, muy frío, hasta que se instaló la calefacción para completar bien la obra.
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