EQUILIBRIO (S)
No vamos a hacer historia, pero sí memoria. Si llevas algunos años en la educación te va a ser fácil, en caso contrario vas a tener que pedirla prestada o estudiar. Sin necesidad de ser preciso vamos recoger unas cuantas modas, tendencias pedagógicas, o pinceladas educativas que tuvieron su momento.
Tal vez puedas recordar, ya hace unos años, cuando toda eran “habilidades sociales”. Esta era la clave y la solución. En otro momento lo fueron “las transversales”, esos aprendizajes, que dada su trascendencia, debían estar en todas las materias y tomas de decisiones…y era una locura concretarlo.
El aprendizaje significativo nos trajo locos y hubo que leer mucho y definir su táctica. Por aquella época también fue lo de definir las destrezas. Incluso el curriculum oculto tuvo otro momento. Era entonces cuando el aprendizaje era cognitivo e incluso constructivista para alejarse del aprendizaje y las pedagogías conductistas… hoy se lleva el aprendizaje cooperativo (debe de ser porque es lo que más se necesita, ya que nunca hemos sido tan individualistas)
Si tienes unos añitos podrás recordar las famosas cajas rojas, cuyos libros eran azules. Esto era motivo de comentarios jocosos de interpretación política. (Me niego a dejar de contar, aunque sea salirse del tema, lo de aquella colección de libros de teología que se le llamaba la colección sandía: verdes por fuera, rojos por dentro). ¡Qué locura! Y si tienes más años te podrán sonar los “programas renovados”, arreglo democrático de la reforma de 1970 donde se nos empezó a obligar a usar aquello de objetivos generales y específicos.
Y aquello de aprender, aprender a hacer y aprender a ser. Que daba que pensar, ayudaba a estructurar y que no deja de tener su poética.
¡Ay! Confieso que estuve enamorado de los mapas conceptuales.
Y nos llegó la inteligencia emocional. Y otro revuelo. A leer a Goleman. Eso sí…solo su “best seller”; de su siguiente libro ya ni nos enteramos. Y así nos ha ido, que hemos dejado la educación emocional coja, manca y tuerta. Eso sí, cursos, cursillos, jornadas y seminarios no faltaban. El cajón de los certificados (de asistencia) de formación de algunos profesores tiene que ser una maravilla.
Y más cercano a nosotros, las inteligencias múltiples, el trabajo por proyectos, las nuevas metodologías… El miedo a parecer educador magistral y la necesidad de pedagogías cada vez más activas, participativas y creativas.
También están las intenciones más o menos fracasadas de poner desde primaria la asignatura de economía a raíz de la crisis económica de 2008: ¿quién estaría detrás de semejante cordura?
Y si hiciéramos la historia de los cuarenta últimos años entorno a la evaluación nos entraría entre un sonrojo y una carcajada solo con los adjetivos que le hemos puesto. En la historia reciente de la educación, para mí, la palma se la lleva la intención de llamar al recreo “segmento de ocio”. Esto es cierto… ahí están las hemerotecas.
Estos días se ha presentado en Navarra un programa con la denominación de “ecología emocional” sobre el acompañamiento a alumnado de infantil y primaria.
Ejercicio similar se puede hacer simplemente citando autores que tuvieron su momento de gloria. El siempre necesario Piaget, las épocas de Ausubel y de Novak y de Vygotsky… y de Cesar Coll…y si ya leías algo sobre Summmerhill de la cabeza te salían chispas.
Y luego habrá quien diga que la educación no evoluciona, no cambia. Bueno, a lo mejor cambiar no cambia, pero ha habido movimiento, e incluso agitación.
Me permito sugerir a algún lector/a con recorrido y experiencia que pudiera poner todo este revoltijo en orden e incluso situarlo en el tiempo…la sensación de vértigo es segura.
Concluyendo: que fugaces todas las corrientes. Así, a bulto, las tendencias educativas, las modas metodologías no tienen una vigencia de más de 10 años. Entre cinco y diez. Y esto es una pobreza. ¿Por qué tan poca vida si muchas de ellas son grandes ideas, valiosos programas, enriquecedoras visiones? De entre todas las explicaciones, hay dos que quiero resaltar. La primera es que, también en educación, hay un mercadeo de ideas, una vorágine de lo nuevo, un cambio constante donde se pierde la cabeza y se termina en agitación. Falta reposo, falta cabeza, falta mirada amplia. Y aquí está la segunda cuestión, queremos explicar el todo solo con una parte (aquello de hablar del elefante cuando solo conozco una pata). Nos hemos asentado en la fragmentación, en las miradas achicadas, y eso no da sentido, produce incertidumbre, nos lleva solo a recorridos cortos. Esto de la fragmentación y la parcialidad explican muchos aspectos de nuestra vida personal y social de los últimos años.
Mi propuesta son los difíciles equilibrios. Los equilibrios que dan vida, complejos, casi imposibles, y que son tremendamente motivadores (y causantes de frustraciones). En todo lo que he señalado en los párrafos anteriores, incluso en lo que he puesto más ironía, hay una tremenda riqueza, hay unas aportaciones que engrandecen nuestra mente y nuestra hacer. La cuestión es el equilibrio, la visión integral de todo el discurso. Y esto acorde a nuestra concepción de la persona, la sociedad y la trascendencia. A la mejor de las versiones. Sin renunciar a la globalidad y la magnificencia. A los ideales y miradas más grandes.
Recoger todo, enriquecernos con todo, añadir, mejorar, avanzar, integrar en un equilibrio a la altura de la misión de educar a la PERSONA.
Jesús Gallego