EL PROFETA
(A Pablo Gargallo)
.
Está gritando al pueblo,
seguro, dominante:
“¡Cambiad el corazón!”
No huye como Jonás,
acepta su misión
con la cabeza alta.
Autoritariamente,
y a mano levantada
trasmite su mensaje:
“¡Convertíos a Dios,
arrepentíos ya!”
¿Quién eres? –le preguntan–
¿Isaías, Joel,
Daniel o Zacarías?
Orador con bastón
llena con sus vacíos
la ausencia de materia.
«¡Solo soy precursor
de quien viene tras mí!».
Deja filtrar la luz
desde distintos planos,
profetiza lo mismo
con expresión dramática:
“¡Vuestro pecado mancha
el mensaje de amor!”
Aunque se halla parado
todos lo ven moverse,
parece atemporal,
enviado divino,
«Escuchad al que viene
en nombre del Señor».
Está vacío y lleno
contradictoriamente,
su colosal altura
desprende autoridad
y arenga con sus gestos
lo que está por llegar.