El primer día de clase
–Mamá, estoy nervioso.
–No te preocupes, Andrés. Hoy vas a conocer a otros niños y tendrás muchos amigos.
–Quiero irme a casa –dijo el niño tirando de la mano de su madre.
–No podemos ir a casa –respondió la mujer con una gran sonrisa y los ojos llenos de ternura–. Si no estudias, no podrás ser médico para curar al niño de la señora Manon –continuó hablando mientras el niño quedaba primero pensativo y después se mostraba decidido a entrar en la escuela, para poder curar en el futuro a aquel niño que vivía en su misma calle y que solo podía caminar ayudado de unas toscas muletas.