El martirio del Padre Lanoix
El pequeño Andrés jugaba en el suelo de la habitación con algunas piezas de madera que componían un rompecabezas. Tenía 5 años. Era un niño fuerte, alto para su edad. En su rostro destacaban las mejillas sonrosadas y unos ojos vivos que miraban poniendo un signo de interrogación en cada nuevo objeto que encontraba en el mundo. Cuando hablaba con su madre, que en esos momentos hacía punto sentada en una silla junto a la ventana, todo el semblante y el cuerpo del niño se convertían en un epítome de la delicadeza y el amor que sentía por ella. En ese momento se encontraba intentando encajar la última pieza del rompecabezas, concentrado en el juego. De vez en cuando, con un rápido gesto de la mano, apartaba de su rostro algunos cabellos revoltosos de una larga melena negra poblada de rizos que le impedían ver bien la imagen que formaban el conjunto de las piezas. […]
Esbozos biográficos de Andres Coindre 2. El martirio del Padre Lanoix