Queridos colaboradores en misión:
En primer lugar, desde el CIVAC (Centro Internacional Virtual Andrés Coindre, queremos hacernos presentes con nuestros mejores deseos EN esta Navidad 2018 que ya está a nuestras puertas, y, enviar a todos, un cordial y afectuoso saludo.
Y en segundo lugar, felicitarles estas fiestas tan entrañables, haciendo uso de las palabras del Padre Andrés Coindre en relación con la Encarnación:
“La Encarnación fortifica nuestra debilidad. Sí, venid al pesebre; pero acercaos con los sentimientos de esos pastores que [llegaron hasta allí con] su ignorancia, su candor, su sencillez, su mansedumbre, su humildad. Eso es lo que os predica este gran misterio. ¡Ah, quién me permitirá, pues, grabar en vuestros corazones con una pluma de hierro estas grandes palabras: «Si no os hacéis como este niño, no entraréis en el Reino de los Cielos»! Nisi efficiamini sicut parvuli, non intrabitis in regnum cælorum (Mt 18, 3). Cualesquiera que sean vuestro rango, vuestra dignidad, vuestros empleos, aunque fueseis apóstoles, si no sois humildes, no sois nada.
Venid al pesebre, traed hasta aquí como los magos vuestra ofrenda a Jesucristo. Es decir, haced circular entre las manos de los pobres esas limosnas que Jesucristo considera hechas a Él mismo y que tienen tanto más mérito sobre los presentes de los magos cuanto que ellos los hacían al Jesús que veían, mientras que vosotros las [haríais] en honor de este Salvador al que no veis.
Venid al pesebre, impregnaos allí de sentimientos de amor, de piedad, de desprendimiento, de mortificación y mereceréis que este Salvador que os ha nacido os reconozca entre los suyos por la conformidad que encontrará de vuestra vida con la suya. Amén. (Podéis reflexionar más en [Manuscrito 88], Andrés Coindre, Escritos y documentos, nº 5, Pág. 68).
Igualmente sois conocedores de la CELEBRACIÓN DEL BICENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DE LOS HERMANOS DEL SAGRADO CORAZÓN (2018-2021). Esta CELEBRACIÓN se inauguró el 26 de mayo de 2018, en la clausura del reciente 36º Capítulo General celebrado en Roma. En esta ceremonia, los Hermanos de las diversas provincias y delegaciones del Instituto recibimos la “bandera peregrina”, una tela confeccionada en Lyon que representa la apertura del Pío Socorro, primera obra educativa del Padre Andrés Coindre (1818) y que está peregrinando por nuestras comunidades y colegios.
El lema reflexivo para la preparación del capítulo general fue la frase bíblica inspiradora del Padre Andrés Coindre: «He venido a traer fuego a la tierra y ¿qué quiero sino que arda?» (Lc 12, 49).
Así reflexionaba nuestro Fundador: Cuando miraba los rostros de mis diez primeros hermanos veía en sus ojos la ilusión por el nuevo proyecto que iban a comenzar, pero también un poco de miedo, de incertidumbre por la viabilidad de ese mismo proyecto. Siempre que hablaba de la palabra de Dios sentía en mi corazón como un fuego que me devoraba por dentro y que quería prender los corazones de todos los hombres. Ahora cuando les estaba predicando el retiro pedí al Señor con todas mis fuerzas para que ellos sintieran ese mismo fuego cuando educaran a los niños que les iba a encomendar. Solamente tenía una preocupación, el momento en que llegara ese gran enemigo que es la rutina, el acostumbrarse, el enfriarse…
Y hoy, Navidad de 2018, ese fuego sigue vivo en forma de brasa y rescoldo y seguimos peregrinando cada uno con su fuego. Así lo corrobora esta historia:
“Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, puso: “subir al alto cielo”. A la vuelta, contó y dijo que había contemplado desde allá arriba, la vida humana. Y manifestó que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso – reveló –. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos débiles, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear. Y, quien se acerca, se enciende”. (EDUARDO GALEANO. El libro de los abrazos)
Gracias a todos, colaboradores en misión, por ser pequeños fueguitos que a lo largo de estos años hemos hecho arder allí por donde hemos estado ¡Ojalá sigamos llenando de calor y de ilusión la escuela y “tantos lugares que necesitan calor y presencia humana“, en nuestro mundo.
¡FELIZ NAVIDAD! Un fuerte abrazo y seguimos peregrinando en esperanza por los caminos de la comunión hacia la Celebración de Bicentenario de los Hermanos del Sagrado Corazón.