De la predicación de la cruz o la cruz que predica
Uno de los sermones más significativos del padre Andrés es el llamado “sermón de la Cruz”. Pero como consta en los archivos de la Casa General es un sermón “corregido”. Sobre el texto original el Padre Coindre ha introducido repetidas veces la palabra “Corazón”. La cruz era el tema central del mismo pero en su versión final el “Corazón traspasado” adquiere una gran importancia.
San Agustín nos dice que la cruz es una escuela donde Jesucristo enseña, un púlpito desde donde predica todas las verdades de la salvación.
Un muerto está atado a ella, pero es un muerto que habla. “Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Sus ojos apagados son más elocuentes que si estuviesen llenos de vida. Su rostro pálido y desfigurado es más persuasivo que si estuviese resplandeciente y aureolado. Su boca muda y yerta habla con más elocuencia que si articulase sonidos. Este cuerpo destrozado y ensangrentado nos dirige un mensaje trascendental.
Sí, esta cruz os va a predicar en mi lugar, y ¿qué os dirá? Todas las grandes verdades que ya se han anunciado y las que podrán anunciarse en el futuro. Esta cruz os predicará en mi lugar, y os dirá que existe un Dios en tres personas: el Padre que exigió tal víctima; el Hijo que se ofreció en el altar; el Espíritu Santo que formó su cuerpo inmolado.
Esta cruz os va a predicar en mi lugar, y ¿qué os dirá? Os hablará del amor de Dios por los hombres. Dios nos amó hasta darnos, no el corazón de una criatura mortal, sino el corazón su Hijo único, el Dios de la gloria de los querubines y de los serafines; el corazón, la persona, no de los ángeles, sino del que vale más que todos los ángeles, más que todo el universo. Nos amó hasta morir de amor por nosotros. Sus ojos están apagados pero es su entrañable amor por vosotros quien los ha cerrado.
Tiene el rostro pálido y desfigurado, pero es su amor quien deformó el resplandor de su augusto rostro para conmover vuestros corazones. Su boca está muda y yerta pero es su amor quien la ha reducido a este estado para que podamos comprender más fácilmente el elocuente mensaje de la muerte de Dios en la cruz.
Esta cruz os predicará en mi lugar y os hará conocer el precio de vuestras almas, el valor de vuestra salvación; os recordará que la salvación es vuestro único tesoro, pues no habéis sido rescatados con oro ni plata, ni con piedras preciosas, sino con la sangre de Dios derramada por vosotros. Una lanza traspasó su corazón, y quiso tener esta herida para heriros a vosotros y para que mostrarais un amor recíproco.